Era como si fuera la final, sin ser la final. Un verdadero choque de trenes, cada uno con su estilo. La grandeza del Real Madrid ante un Manchester City que aspira a serlo mediante los petrodólares. Dos equipos top definieron al segundo aspirante a la corona de la Liga de Campeones, el torneo de clubes más glorioso del orbe. Los xxxxxx y sacaron pasaje para la definición del sábado 10 de junio, en Estambul, ante el Inter de Milán de Simone Inzaghi.
La ida, disputada la semana pasada en el Santiago Bernabéu, terminó 1-1, dejando la llave totalmente abierta. Los ingleses repitieron la oncena que salió en Chamartín, mientras que los españoles confiaban en el tridente ofensivo Rodrygo-Benzema-Vinícius. Estadísticamente, la visita a Manchester era especial para Carlo Ancelotti. El laureado técnico italiano dirigió su partido 191 en la Champions, transformándose en el DT con más encuentros en la Copa de Europa, superando los 190 de sir Alex Ferguson.
Seguramente, en la planificación del encuentro, Carletto no pensó en que el primer tiempo haya sido tan descaradamente favorable para los de Pep Guardiola. Los 45 minutos iniciales fueron prácticamente un monólogo ‘ciudadano’. Un baile. La superioridad fue brutal, tanto en lo estratégico como en lo actitudinal. Y el marcador se fue al descanso sólo con dos goles de diferencia.
Dominio total
Desde el pitazo inicial, el City se adueñó del balón, acorralando a un Madrid confundido. Ni siquiera Vinícius lograba tener algo de espacio para correr con la pelota. La primera media hora fue un recital sky blue. Tanto así que Thibaut Courtois se convirtió en el gran sostén de los merengues, con un par de grandes atajadas. En los 13′, el belga le sacó un cabezazo a Haaland, que fue al centro del arco. Luego, en los 21′, un tapadón del meta le sacó la apertura de la cuenta al ‘Androide’ noruego, volando hacia su derecha.
La resistencia del campeón vigente (más bien, la resistencia de Courtois) duró 23 minutos. Ahí llegó el 1-0 de Bernardo Silva, quien pudo batir al portero con un remate de zurda, recibiendo un pase filtrado de Kevin De Bruyne. Era justa la ventaja porque el Manchester City se comió la cancha, dejando en su mínima expresión a un conjunto de jugadores notables y que en esta competencia saca a relucir su chapa dorada. La única chance que logró tener el Madrid fue un remate de Kroos que dio en el travesaño, en los 34′.
El 2-0 llegó en los 37′, nuevamente gracias al portugués Bernardo Silva, con un cabezazo sutil de frente al arco. El luso, que la prensa europea lo pone en el radar del Barcelona, fue uno de los motores del City, dejando retratado a Camavinga, improvisado lateral izquierdo. Los números de la primera parte eran evidencia del atropello futbolístico de los pupilos de Pep: 72% de posesión de balón, 13 remates totales y casi el triple de pases acertados respecto al rival.
Un final a la medida
Pese a la exhibición, dar por muerto antes de tiempo a un equipo como el Real Madrid era desconocer la historia de la Casa Blanca. Para el complemento, fue dejando de correr detrás del balón y no estar tan sometido. Sin embargo, no lograba generar los espacios para explotar la velocidad de Rodrygo y Vinícius, sus punteros. Además, Benzema intervenía a cuentagotas. La trabajada y prolija propuesta de los Ciudadanos hizo que, por ejemplo, un futbolista de los galones de Luka Modric quedara en la intrascendencia en el campo de juego.
Lo más peligroso generado en el pórtico de Ederson fue un tiro libre de Alaba, en los 51′, que alcanzó a rechazar el meta brasileño. Esas leves intenciones de la visita se quedaron en eso. Se esfumaron con el viento. El Manchester City nunca perdió el dominio del juego, cimentado en un mediocampo que brilló. Si bien los flashes se los lleva Haaland, el trabajo de Gündogan, Rodri, Bernardo y Grealish fue impecable. Para cerrar el triunfo, llegó el 3-0 en los 76′, con un autogol de Militao, tras un tiro libre de Kevin De Bruyne. Julián Álvarez selló la goleada. A esa altura, hacía rato que Manchester (o al menos la mitad) era una fiesta.
Fuente: La Tercera
