¿Se han dado cuenta de algo?: cada vez usamos y oímos menos la palabra “paquete” en la Liga 1. Atrás quedaron los ‘Látigo’, los Leyes, los Zúñiga, los John Jairo, los Wesley, los Cristiano, los Píriz, los Pino y los Yacob. Felizmente, la era del “nos equivocamos, pero lo solucionaremos en el siguiente mercado” se está acabando, pero —infelizmente— no porque los dirigentes hayan dejado de jugar a la play con el club que dicen amar, sino porque se dieron cuenta de que a ellos también los pueden exportar.
Y es que las recientes ventas al poderoso Fluminense de Brasil de Ignacio Da Silva (Sporting Cristal) o Juan Pablo Freytes y Kevin Serna (Alianza Lima ambos) por tremendas millonadas —por fin— ha hecho pensar a la clase dirigencial, que ya no solo debe buscar captar jóvenes peruanos, formarlos y exportarlos, sino también traer extranjeros, repotenciarlos y revenderlos. Tan “fácil” como eso. Los clubes peruanos acaban de redescubrir la pólvora en la industria deportiva, ojalá lo sepan explotar.
Para ello, los acreedores, presidentes y administradores deberán dejar de jugar a ser dioses, anteponer los intereses de sus instituciones sobre los de sus amigotes y armar una buena gerencia deportiva y mejor área de scouting, para encontrar a internacionales de clubes o divisiones menores que tengan techo y edad para despuntar, como también es el reciente caso de Rodrigo Ureña, que vino sin mucho show, fue el mejor volante de la Liga 1, bicampeón, pagaron su cláusula (que también es negocio) y se marchó.
Ese debería ser otro modelo de ingresos para el fútbol peruano, como alternativa (no reemplazo) al de la venta de jugadores formados. Tal vez, así como Perú suele ser el primer destino internacional de grandes DT, también pueda serlo de los cracks del mañana. Para pensar.
Fuente: Perú21
