Ser decisivo y brillar. Le estaba costando a Mohamed Salah imponer su calidad en la Copa África, pero parece que la llegada de las rondas finales ha hecho despertar a uno de los jugadores con más talento del continente. El extremo del Liverpool ya sonríe en Camerún.
Le costó arrancar, igual que a toda su selección, que cayó en el debut ante Nigeria por la mínima. Parecía que los faraones no se las prometían demasiado alegres, contra las cuerdas a las primeras de cambio, pero su concurso defensivo les ha llevado a las últimas rondas. Únicamente han encajado dos tantos en los cuatro partidos que han disputado.
Salah lleva a Egipto a las semifinales
factor diferencial Con todo, para ganar hay que marcar. En un esquema tan compacto y trabajado como el de Carlos Queiroz, siempre es necesario tener algún jugador que defina los partidos. En este caso, el hombre tiene nombre y apellido: Mohamed Salah.
En el segundo partido del campeonato, ante Guinea-Bisáu, el extremo tuvo que rescatar a su selección, que se podría haber quedado fuera. Ya en la segunda mitad, marcó el único tanto del encuentro, con una potente volea de zurda. En el partido decisivo contra Sudán, su concurso no fue definitorio, pero cuajó un buen partido.
Todo lo contrario sucedió en los octavos de final, ante Costa de Marfil, un combinado que no le permitió estar cómodo en ningún momento. Pese a ello, cuando otros se esconden, el asumió la responsabilidad lanzando el penalti decisivo en la tanda, el que certificó el pase.
Fuente: Sport
