Como dice Guardiola, el talento no se controla ni se domina. Al PSG le va esa frase como anillo al dedo. No entusiasma, pero gana y sigue a lo suyo. Abrochada como parece tener la Ligue 1, tiene que fijarse ahora en qué mejorar para sentirse superior también en Europa. Ante el Stade de Reims fue de menos a más en un partido en el que Sergio Ramos celebró su primer gol en París. Messi, suplente, jugó media hora y animó la fiesta en el segundo tiempo (4-0).
El marcador, sin embargo, invita al engaño. Más por vagancia que por otra cosa, juega convencido de que tarde o temprano el partido le concederá la oportunidad de ganarlo. Ocurre a menudo pero no deja de reflejar la esencia de un equipo que destaca por muchos factores, pero no por ser el más sacrificado. Contra el Stade de Reims firmó un primer tiempo flojo, pesado, atascado frente al buen planteamiento de su rival.
Òscar García cerró con cinco hombres atrás con el propósito de negarle espacios a un PSG lento con el balón en los pies. Falto de ideas, echó de menos el recurso habitual de Mbappé. El futbolista francés carga con el equipo a sus espaldas pero esta vez no acertó a campo abierto. El Stade de Reims, envalentonado en cancha parisina, ahogó a ratos a un PSG pendiente de que llegara un error ajeno para ponerse en ventaja en una noche que fue la repetición de tantas otras.
A falta de que el escurridizo Mbuku o el peligroso Ekitike sorprendieran a Keylor Navas, Verratti lo hizo en el otro costado. Al filo del descanso, Icardi cazó una pelota en el área, su remate salió escupido y el italiano capturó el rebote para golpear ajustado, a la base del palo: 1-0. Sin duda, lo mejor fue el resultado para un PSG que tiene que exigirse más. Asoma el Real Madrid y ni se percibe una evolución manifiesta ni las sensaciones invitan a un optimismo desmedido.
Pactado como estaba con Pochettino, Messi entró a falta de media hora. Lo hizo con el choque resuelto porque en la jugada anterior se estrenó Sergio Ramos como goleador a la salida de un saque de esquina. Necesitó el central dos remates para anestesiar a un combativo Stade de Reims. Espabiló el PSG en el segundo tiempo y disfrutó al sentirse tan superior. Messi, participativo, asistió a Verratti, autor del 3-0 en un remate afortunado desviado por dos centrales.
El segundo tiempo fue un paseo. El Stade de Reims, notable de entrada, se apagó con el paso de los minutos, frustrado al verse a un abismo en una noche en el que el PSG no fue para tanto. Danilo puso la sentencia en una gran jugada de Mbappé, un galgo vestido de futbolista. Apareció en la frontal su compañero portugués para remachar con fortuna porque su remate volvió a coger un efecto inesperado tras tocar en un defensor. El PSG no gusta, pero gana. Y Messi está de vuelta.
Fuente: Mundo Deportivo
